Buscamos permanentemente un punto de apoyo, un pilar... sea en forma de amistad, de noviazgo, de creencia, y todo por miedo, ¿a la soledad quizás? ¿a nosotros mismos? Existe dicha inseguridad, que no es real sino completamente ficticia, en cada uno de nosotros; le damos cobijo y alimento durante años sin saberlo,sin pararnos a pensar en el tiempo, aquel que siempre fluye y no espera a nadie, aquel que nunca retrocede para tener una segunda oportunidad, aquel del cual todos y cada uno de nosotros dependemos, pues no despegamos ni parece que queramos hacerlo. La sociedad se haya cómoda, mansa y, sin fundamento alguno, queda paralizada decayendo sobre sí misma, y con el paso del tiempo, se deteriora. Las grandes personas no necesitan ese apoyo, no necesitan esa voz, esa opinión ajena pues tienen claro su objetivo y su meta, ellos únicamente siguen, escuchan y se guían por su voz interior. Ellos son los que llegan lejos, los que aprovechan el tiempo pues igual saben que fluye, pero ellos fluyen con él.
Deja de sobrevivir y vive.